Siempre con una sonrisa en tus labios
y mil palabras adornando tu boca,
has caminado erguido y alegre,
mientras tus labores no te dan descanso.
Tus ojos color miel y tu tez blanca
me han acompañado por el camino,
mientras tus palabras me empujan
a seguir luchando, pese a tu letargo…
el letargo de tus años y tus fatigas,
de tus achaques y tus penas ocultas;
papá Herminio, he aquí a tus hijos,
que agradecerte jamás lo olvidan.
Tú le infundiste fuerza y coraje
a mi ser y a mi vida; tú has sido
el héroe y campeón de la familia,
mientras tu camino agotas sin descanso.
Camino marcado por Juquila y tu milpa,
por tu yunta, tus surcos y tus recuerdos;
sin olvidar tus destierros a Estados Unidos,
tu otra patria en luchas y desvelos,
en privaciones y esperanzas,
que viven en tu gran corazón y en tu pecho.
Tal vez aún no olvidas cuando de niño,
jugabas con tierra y con piedritas,
corriendo y saltando entre los surcos,
forzando una dicha que yace viva.
Descansa un poco don Herminio,
mira que mamá Tere aún está contigo,
para revivir en gracia, paz y dicha
las primeras lunas de su apacible cariño.
Papá Herminio, te pido, ¡no claudiques!
que la batalla de la vida aún continúa,
y tú seguirás siendo de la barca Montesinos,
su capitán y su incansable guía.
Ojalá mis manos palomas fueran,
visitantes plumíferos con su canto,
para llevarte mi corazón y mi alma
y decirte: Papá Herminio, ¡te amo tanto!F