
y lluvia quisiera yo ser
para subir hasta Ti y besarte con ganas!
Mis huesos mudos y sordos
se esconden debajo de mi piel triste y serena,
al tiempo que la lluvia besa
enfáticamente las plantas de mi tierra.
El Quijote, vestido de pesada armadura,
me exhorta a ser escribiendo,
y Thomas Merton -por su parte-
me inspira sentimientos de paz y nostalgia
de un Dios olímpicamente quieto.
Mi corazón alicaído y místico
besar quisiera la sonrisa
de mi niña, mi adorada Fernanda,
y el siempre vivo John Keats me susurra:
“La belleza es verdad y la verdad belleza,
no hace falta saber más que esto en la tierra”.
Y Tú, oh Dios, eres la suprema belleza
que tanto añora mi desconsolada alma,
la cual sale a buscarte entre las penumbras
bañadas de mi calle enlutada.