Bien recuerdo cuando te conocí
en el 2002, en Torreón, Coahuila, la exquisita.
Tus ojos claros bañados por tu sonrisa
y entre tus manos, dos o tres libros o revistas.
Jesús Madrid, mejor conocido para los cuates
como “el Güero Madrid“, de la atractiva Nayarit,
tu completa dedicación a los más jodidos y miserables,
así como tu análisis socio-eclesial oportuno y afable
siempre tendrán un lugar en mis lúcidos recuerdos.
Con tu mochila al hombro y tus libros
tomaste el último autobús en la sorda avenida,
mientras tus chavos, ex-drogadictos, lloran de prisa,
pues fuiste para ellos, un Padre, un amigo y un valedor,
que hoy les dice “adiós”, mientras se apaga tu sonrisa.
Güero Madrid, tu amistad se ha quedado conmigo,
tu amistad ahora se eterniza en mi cuadragésimo corazón
que corre de prisa sobre la montaña mágica de Thomas Mann,
mientras brinca más despacio, pues no termina de releer
los Cien Años de Soledad ni al Buen Quijote, el gran soñador
quien llora al ver a tantos pobres, doncellas y miserables,
ser víctimas fatales de un Sistema que los asesina.