Tu sonrisa penetra mi corazón
cual saeta medieval,
hiriendo mi mente
de tu ternura,
y bañando mi alma
con tu inocencia y tu paz.
Fernandita,
la vida se torna dura
cual muro maltrecho
en Afganistán,
mientras tus brincos
le susurran a mis pulmones
plegarias de ternura.
Edith Stein y Simone Weil
derramen sobre mis neuronas
su sapientia y su fe,
y ayúdenme a que Fer
transforme su pequeñez
en la grande tarea
de ser mujer.
Maravillosas palabras a Fernandita.
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Muchas gracias. Me encanta tu blog
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¡¡¡Oh, muy agradecida!!!
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