Tu partida, tan sentida,
Papá Herminio, de casa,
la gris tarde en que tu taza
se quedó triste y pasiva;
tus ojos miel e inquietos
apagaron su linterna,
para buscar el sendero,
a tus pies inciertos;
Papá, tu abrupto despido,
sembró una gran tristeza
en mi vida, para olvido
de mi soledad muerta,
mientras lloran mis libros,
y releen mi tristeza.